Cuando a Jordi Muñoz, un joven mexicano fundador de una de las más importantes compañías creadoras de drones en Estados Unidos, le cerraron las puertas en su niñez para estudiar aviación nunca se dio por vencido y quiso drenar su frustración en algo más productivo que dejar que su ánimo y sueño decayera.
En cada etapa de su niñez y juventud, el espíritu de aprendizaje lo acompañó a descubrir el mundo de los aviones por sí solo, obsesionado con su objetivo, pasaba horas sentado en el computador explorando detalles y sistemas que incorporan dichas naves. Todo su conocimiento fue adquirido de manera autodidacta.
Desde los 21 años comenzó la búsqueda de poder hacer un piloto automático por medio de software simulado. Desarmando y armando diferentes artículos tecnológicos intentaba dar vida a un helicóptero radio controlado.
A sus cortos 23 años logró construir su primer prototipo de avión con vuelo independiente, o sea, volaba solo. Su confección solamente fue realizada por materiales que tenía en casa. Al subirlo a sus redes, muchos le preguntaron el valor y descubrió que su pasión podría ser rentable para seguir avanzando.
Tiempo después instaló un taller en su casa y comenzó a vender por internet e increíblemente aumentó sus ganancias desde 5 dólares, que le costaba desarrollar un prototipo, a 40 dólares que ganaba con su venta. Consecutivamente sus ganancias han seguido aumentando permitiéndole que su anterior hobbies hoy sea su principal fuente de trabajo.
Su trabajo e idea fueron vistos por otras personas que buscaron ayudarlo y convertirse en socios de 3D Robotics, lanzada al mercado el año 2009, trayendo mayores beneficios a su invención.
Inicialmente, Jordi con sus socios hacían alrededor de 200 drones mensualmente y en la actualidad, con producciones más elaboradas y sofisticadas han aumentado dicha cifra a 5000 al mes. Vende tanto drones completos, como también piezas que ayuden a que otros puedan crear diseños personales.
Cuando vieron lo rentable del negocio se aventuraron a conseguir inversionistas que los ayudaran a masificar más la marca y a elaborar una mayor cantidad de drones, pero luego de obtener varios millones de dólares, éste nuevo paso trajo consigo cambios tan grandes como el cierre de la fábrica y transferir la manufactura de drones a China. Éste proceso no resultó como Jordi lo pensaba, por ello su recomendación a quienes comienzan a emprender es pensar bien las estrategias a tomar, ya que si su negocio está facturando por sí solo, quizás no es necesario recurrir a inversionistas.
En la actualidad Jordi es dueño del 14 % de 3D Robotics y ya no se encuentra dentro del directorio. Lo que sí, gracias a su nueva posición económica está reabriendo su fábrica para seguir diseñando. Además logró su objetivo de ser piloto y su sueño es volver al funcionamiento antiguo de su negocio que involucraba un ambiente cálido, humanista y relajado para seguir innovando.
Historias como la de Jordi alientan a otros jóvenes con grandes ideas a invertir su tiempo y desarrollar sus proyectos a pesar de que mil veces les cierren las puertas. Cuando existe pasión, resiliencia y fe en lo que se hace, el éxito está casi asegurado.
Solamente hay que esperar para ver nuevos prototipos más avanzados gracias a la tecnología que cada día sorprende y logra desarrollar increíbles máquinas que nos ayudan a simular ser aviadores, en el caso de drones aéreos o inclusive descubrir el océano con drones acuáticos. Quizás no estamos tan lejos de los automóviles voladores que tanto se anhelan y que sólo hemos podido ver en películas, muy probablemente Jordi con su equipo estén trabajando en ideas innovadoras al respecto.